Déjame entrar (Låt den rätte komma in)

Título: Déjame entrar

Título original: Låt den rätte komma in

Autor: John Ajvide Lindqvist.

Año de publicación: 2005

Géneros: Terror

Calificación: ψψψψψψψψψψ (8.5/10)

Sinopsis:

Oskar, de doce años, vive con su madre en un suburbio de Estocolmo. Es un niño solitario, adicto a las golosinas, y con una curiosa afición: colecciona recortes de prensa sobre casos de asesinatos atroces. Sus compañeros de clase se burlan de él y lo someten a un acoso del que se ve incapaz de escapar. Un día aparece en el barrio una nueva vecina, Eli, una enigmática niña de su edad que huele raro, nunca siente frío y tiene canas. Oskar no puede evitar sentirse fascinado por ella y se vuelven inseparables. Coincidiendo con la llegada de Eli se produce una oleada de asesinatos espantosos y sucesos extraños que tienen desconcertada a la policía local. Todo apunta a un asesino en serie. Nada más lejos de la realidad.

Opinión:

Tengo que comenzar por admitir que primero vi la película, la versión sueca de 2008. Que hoy por hoy, es una de mis películas de terror favoritas, a pesar de que no es una historia de terror al uso (ya saben, de esas que pretenden dar miedo al espectador) ya que va más allá del terror. Después de ver la película me enteré que estaba basada en un libro, así que me di a la tarea de leerlo. Pasaron algunos años para que dicho libro estuviera disponible en México. ¿Y cómo es que pude leer el libro? Pues debido a algo que me duele “agradecer”, ya que por lo general detesto las versiones estadounidenses (salvo algunas honrosas excepciones) que hacen de otras películas provenientes de países donde no se habla inglés. Siempre las he considerado innecesarias y regularmente terminan siendo desastrosas ¿verdad Death Note? Bueno, pues tengo que agradecer que, gracias a la aversión que el público estadounidense tiene para ver películas en otros idiomas, decidieron hacer su propia versión (que, aunque es bastante decente; me parece blanda, sin espíritu y un tanto edulcorada, como era de esperarse. Hay que cuidar la pobre psique del espectador que paga las entradas ¿no?). Gracias a esa versión es que se reeditó el libro en México. Es por ello que la imagen que adorna esta publicación tiene la portada de la película estadounidense (misma que se usó para el libro).

De principio, se pueden percibir reminiscencias de la literatura clásica de vampiros, algo que siempre se agradece. El propio autor afirmó que la novela Camilla (de Joseph Sheridan Le Fanu, 1872) sirvió como inspiración. Una de las mejores novelas de vampiros que he leído y que de igual manera serviría de inspiración para Bram Stoker y su extraordinaria novel Drácula (1897). Aunado a estas influencias, el autor utilizó parte de su propia experiencia con el acoso escolar, un tema muy importante a lo largo de la novela.

Una de las tantas virtudes de este libro es que John Ajvide respeta la tradición del vampiro y juega con una de las características primarias de este ser sobrenatural (omitido en las historias contemporáneas para comodidad de los autores), y es, la que nos dice que los vampiros no pueden ingresar a una casa si no han sido invitados. He aquí la importancia del nombre original: “Låt den rätte komma in” que se traduciría como “Deja que el indicado entre”. Se ha señalado que el titulo está inspirado en la canción "Let the Right One Slip In" del cantante británico Morrissey. Dado que en la versión estadounidense del libro se cambió el nombre del mismo por “Let me in”, por considerarlo muy largo, en México terminó llamándose parecido a esta versión.

Espero que cuando digo que el autor se apega a la tradición del vampiro no se mal entienda, no significa que Ajvide se ciña al cien por ciento al folclor del vampiro, también le impregna su propia visión y rasgos característicos. Dichos rasgos se llegan a desvelar cuando conocemos los orígenes de Eli.

Se trata de un drama con elementos de terror fantásticos y romance; una historia “romántica” alejada de la cursilería y estupideces de vampiros luminosos y personajes tochos presentados en gran parte de las producciones contemporáneas, tanto literarias como cinematográficas. Por fortuna, carece de los peores defectos que han acompañada a un sinfín de historias de amor vampírico en la actualidad. Cuando surgió, por lo menos en México, estábamos inundados de historias sosas de vampiros enamorados, así que cuando llegó esta novela, fue una cuerda de seguridad para quienes pensábamos que el género vampírico estaba muerto.

La historia nos presenta una Suecia sórdida, sucia (moralmente) y fríamente depresiva. En pocas palabras, estamos ante un ambiente que podría haber salido de una película de Ingmar Bergman, muy alejado de la Suecia idealizada del momento; de prosperidad y buena calidad de vida. Haciendo de la ciudad, no solo el escenario donde ocurren las cosas, sino que es un elemento importante para entender a los diferentes personajes que nos regala la historia, algo que me hizo recordar a Stephen King y la importancia que él le da a sus ”locaciones”. El autor nos lleva al “subterráneo” de Estocolmo, al lado más oscuro de los suburbios suecos donde se esconden los monstruos y lo siniestro, donde los seres humanos pierden lo humano y dan paso a la bestia. En este mundo tenemos a Oskar, un niño que se encuentra en la tenue línea que separa la luz de la oscuridad. Lidiando con el acoso escolar y orillado a la soledad, es seducido por las historias de crímenes y asesinatos que han comenzado a asolar los barrios de Estocolmo y que él va recortando de los diarios, imaginándose a sí mismo como un asesino, o de otra forma de verlo, un cazador de monstruos. Oskar se encuentra en un punto en el que ha sido repelido por la sociedad y en el que se ha cansado de intentar ser parte de ella. Ahí es cuando desde la propia oscuridad que lo está atrayendo surge la figura de Eli. Entre ambos surge una relación tan extraña, y al mismo tiempo inocente, como lo son ellos mismos. Dos seres rodeados de podredumbre tratando de encontrar un atisbo de luz en tanta oscuridad.

Al principio se nos presenta a Oskar como un personaje plano, y en algunos momentos, un tanto repulsivo, por su afición mórbida, pero conforme va avanzando la historia podemos ver los diferentes matices del personaje que al final termina por encantar. Logrando uno de los cometidos más importantes (en mi opinión) que debe conseguir una novela o cualquier historia de ficción en general, y es, que como lector, podamos empatizar con los personajes. Muchas veces he terminado de leer libros o de ver películas con tramas simples y predecibles solo porque los personajes me han encantado y deseo saber qué pasará con ellos, y por otro lado, he llegado a dejar historias sin terminar; con grandes ideas y extraordinarias tramas; simple y sencillamente porque no logro conectar con ningún personaje (cof cof Dark).

Por otro lado, está Eli, ese personaje misterioso con el que Oskar se irá obsesionando, al mismo tiempo que descubre la historia que hay detrás de ella. Una historia terrible que nos hiela la sangra, aún más que las escenas de gore que se nos describen cuando Eli sale a las frías y oscuras calles de la ciudad. Ya que el verdadero terror en Déjame Entrar se puede ver en el trasfondo de su historia, más allá de su origen sobrenatural. Un ser aparentemente frágil y atormentado; encadenado a su propia naturaleza.

Independientemente de su esencia oscura, Eli se vuelve su protectora; un ángel caído de la oscuridad que paradójicamente traerá algo de luz a la vida de Oskar.

Déjame Entrar está entre mis novelas de terror favoritas y en cuanto al género vampírico, se encuentra entra las tres mejores que he leído hasta ahora, por debajo de las ya mencionadas Drácula y Carmilla. Un libro que todo fan de las historias de vampiros debe leer. Incluso yo diría que es una extraordinaria novela y punto. Incluso, alguien que no sea aficionado al género de terror, podría disfrutar, ya que si le quitáramos todo el halo fantástico del vampiro, nos seguiría quedando una historia poderosa y aterradoramente realista, que nos recuerda que los monstruos se esconden y acechan en cualquier lugar, respirando en la nuca y esperando el momento de clavar los colmillos.